Murió mi amigo Carlos, referente del periodismo contracultural en México. Con él también se va una época mía.
Lo conocí en 1986 en la redacción del periódico El Universal, yo un talachero de la Hemeroteca, él, reportero de la sección de Cultura, dirigida por Paco Ignacio Taibo I. Su estilo desparpajado, precoz e irreverente le permitía a su edad codearse con José Luis Cuevas, Juan Soriano, José Agustín, Agustín Felguérez, Gerardo de la Torre… Yo los conocí a todos por él. Le sobraba la desinhibición que a mí me faltaba; lo admiraba.
Reunidos en el café Reforma, hoy sustituído por un horroroso hotel trasnacional, lanzamos en 1988 la revista Generación junto con Américo Guerra (también ya fallecido) y Arturo Jiménez. Se unieron al proyecto muchas mentes brillantes más, Columba Vertiz, Ulises Castellanos, Laura Castellanos, JM Servín, la Congelada de Uva, José Chávez Jaimes… y cientos más en los 34 años que ha durado esa aventura.
Provocador ya desde entonces, desafiaba a los artistas, que se sentían cómodos con su presencia. Juan Soriano nos regaló un apunte a lápiz para la portada del número 3 de la revista Generación: un gallito inglés, con todo el trazo del maestro.
La vida nos llevó por caminos editoriales distintos pero nunca fuimos ajenos. Carlos abrazó la revista como su proyecto de vida, siempre la mantuvo joven, cada vez más irreverente, más contracultural. Nacieron y murieron muchos proyectos más en el inter, pero Generación siempre fue el referente y la sobreviviente.
Con él al frente, a Generación nunca le faltó fuelle, entusiasmo, Carlos rejuvenecía con cada nueva camada de colaboradores. Bebía de la juventud de los recién llegados. Siempre fue el más joven de todos nosotros: siempre alegre, siempre generoso, enamorado, bohemio…
La financiaba como podía, con becas estatales o sin ellas. Con impresores solidarios a los que Carlos cautivaba. Dentro de su aparente caos de vida, tenía muy clara su línea editorial desafiante, arriesgada, siempre al límite, provocadora, sexosa, pero sin llegar a aislarse de la sociedad. Admiraba a los poetas malditos como Bukowski, pero nunca dejó de pagar sus impuestos, y varias veces me lo encontré paseando a su perrito.
Yo quedé como integrante del Consejo de Ancianos. Hasta el número más reciente de la revista siempre respetó mi nombre en el directorio, aunque ya no interviniera en ella. No habría sabido darle el tono que él sí. Colaboré el año pasado en su número dedicado a Tacubaya gracias a su generosidad
Pláticas hasta el final, de sus temas, de sus preocupaciones, de su cruzada pro mariguana y cocaína, de su complicada salud… La inauguración de su café La Juanita… Abrazo hasta donde estés Carlos….
En el USB….
Ayer el presidente López Obrador cruzó una peligrosa raya hacia el autoritarismo al exhibir una persecución fiscal contra Carlos Loret de Mola, por no gustarle lo que escribe. El mandatario, de menos, violó datos personales que hizo públicos, además de usar a las instituciones del Estado para un ajuste de cuentas personal…
El conflicto de interés de su hijo, José Ramón López Beltrán (caso de corrupción latente), lo ha hecho perder el piso, lo que confirma lo veraz del reportaje que dio origen a esta cacería presidencial. Mi solidaridad con Carlos…