Arly Velásquez Peñaloza es el nombre del único atleta que representará a México en los Juegos Paralímpicos de Beijing 2022, a realizarse entre el 4 y el 13 de marzo.
Originario de Cancún, este mexicano de 33 años competirá en el esquí alpino adaptado con un monoesquí, una especie de silla con un esquí que se controla con solo la parte superior del cuerpo. Es un equipo especial para esquiadores parapléjicos.
Esquiva la muerte ¡dos veces!
Hace dos décadas, cuando tenía apenas 13 años de edad, Arly sufrió el primer accidente que cambiaría el rumbo de su vida para siempre. Encima de una bicicleta de montaña (a los 12 años fue Campeón Nacional Juvenil en ese deporte) salió catapultado contra el suelo durante una competencia en el Estado de México.
Cayó de cabeza y los paramédicos no se dieron cuenta de que tenía la espalda rota y una lesión medular. Le pidieron que se sentara, entonces las vértebras colapsaron.
Nunca volvió a ponerse de pie.
“Pasé de ser un niño que se sentía hasta superhéroe a una persona que iba a necesitar ayuda para todo. Entré en una depresión muy fuerte y pensé hasta en quitarme la vida”, confiesa Arly.
Sin embargo, su madre y su hermana, sus dos grandes montañas, como ha llegado a definirlas, se encargaron de apoyarlo en su rehabilitación luego de una cirugía en la que le estabilizaron la espalda con titanio y lo mantuvieron cerca del deporte.
Probó todo tipo de disciplinas adaptadas: básquetbol, natación, tenis de mesa, pesas, jabalina… Hasta que conoció en Calgary durante unas vacaciones el monoesquí y encontró una nueva motivación.
Escaló por sus propios medios y regresó a las montañas, ahora nevadas y encima de un monoesquí o “sit ski” para medirse con otros competidores en los Juegos Paralímpicos de Vancouver 2010; quedó en el penúltimo lugar.
No desistió. “Por fin había encontrado lo que quería hacer por el resto de mi vida”, recuerda.
Superar un coma para regresar a las montañas
Con 26 años, Arly llegó a Sochi 2014, donde logró colocarse en el lugar 11 en Súper G, el mejor resultado para un deportista latinoamericano en esa prueba.
Después participó en la competencia del slalom gigante, donde sufrió una caída espeluznante tras perder el control durante el descenso. Ello provocó que tuviera una nueva cirugía en su espalda.
En el quirófano, sus órganos se detuvieron y entró en shock, tuvieron que inducir al coma durante tres días.
Cuando consiguió despertar ya no articulaba palabras y miraba doble. Regresó a rehabilitación por dos años más. Quería hablar y ver nuevamente, pero también competir otra vez.
Y consiguió un sitio en los Juegos Paralímpicos de PyeongChang 2018, donde también fue el único representante de México.
“Tuve que perdonar al universo por las pruebas tan fuertes que me dio. Me siento afortunado de haber vivido las dos caras de la vida.
“La bendición más grande es poder inspirar a otras personas y ese superpoder me lo dio el accidente. Hay que aprender a ser resiliente, sea lo que sea que te haya pasado, honrar la vida”, expresa con una sonrisa.
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