Orange España se ha convertido en un polvorín. La plantilla del grupo galo en territorio español está sumida en la incertidumbre, tras el devenir de la firma en los últimos meses. Una situación, además, que no deja indiferente a nadie. Así, por un lado, los trabajadores de la telco con un estatus medio y bajo temen que una posible fusión deje a muchos en la calle. Por otro lado, a la parte noble, incluida la cúpula directiva, la aterra que el ascenso de Christel Heydemann, en sustitución de Stéphane Richard, provoque cambios para dar entrada a gente de su confianza, explican fuentes cercanas a la compañía.
Y a ese contexto se le debe añadir un ERE inacabado, lo que podría traducirse en despidos próximamente. La promesa del grupo de seguir eliminando costes de forma abultada, esto es triplicar los actuales en los dos años siguientes. La aseveración del consejero delegado en España, Jean-François Fallacher, de reducir todavía más su red física. Además, de un modelo en plena transformación por la transformación del negocio y su relación con los clientes o por la agresiva competencia de bajo coste que lima los ingresos año a año.
“Tenemos un tsunami en el sector telco y afectará mucho a Orange y a sus empleados en España”, resume un exdirectivo de la propia firma. Aunque lo que más preocupa, tanto a los que están dentro como a aquellos que recuerdan con cariño su paso por la firma gala, es la deriva dentro de la directiva. Una cúpula que se encuentra desnortada e, incluso, buscando alternativas laborales, relatan fuentes cercanas. Al fin y al cabo, un cambio a nivel de dirección de grupo no sucedía desde el 2009, cuando Richard sustituyó a Didier Lombard, y en un escenario muy diferente.
LA DIRECTIVA DE ORANGE ESPAÑA TEME CAMBIOS ABRUPTOS
Richard llegó a una compañía todavía vigorosa en el plano económico, pero destruida en el laboral. De hecho, los brutales recortes de Lombard, con más de 20.000 salidas, provocaron que se conociese aquella época bajo el macabro lema de “la crisis del suicidio”. Un sobrenombre que se colocó después de que hasta 39 trabajadores acabaran con sus vidas de forma voluntaria, algunos, incluso, en su propio puesto de trabajo. Finalmente, el ahora exCEO logró revertir la situación con mucho tacto hasta lograr una paz social que ha sido el gran sello de su mandato.
Pero ahora las cosas deben cambiar. Además, lo harán como se ha procedido la salida de Richard: de forma abrupta. De hecho, nadie en Orange contemplaba un recambio a ese nivel al menos hasta 2024. Ahora, los fieles al exjefe de gabinete de Christine Lagarde en el Ministerio de Economía francés ven como su puesto corre peligro. Y, como si fueran las ficha de un domino, ocurre lo mismo con aquellos que están por debajo de esos hombres de confianza y que ocupan cargos distinguidos en las muchas áreas geográficas del grupo. La situación estaría tornándose en un goteo que podría culminar en estampida.
“Es algo lógico”, explica uno de los que ya han seguido ese camino. Un argumento que completa señalando: “La edad media en España en esos puestos está entre los 49 y 50 años. Una edad extremadamente difícil tanto porque no llegas al rango necesario para la prejubilación en una salida pactada, ni siquiera en un nuevo hipotético ERE (incluso con una fusión), ni te permite encontrar una salida laboral fácil una vez estás en la calle. Al final, la mejor solución es empezar a buscar alguna salida, mientras todavía aguantas en la compañía”. Pero la incertidumbre pesa “demasiado”.
EL PLAN DE TRANSFORMACIÓN DE HEYDEMANN QUE TEME LA PLANTILLA
El escenario es muy parecido al que tienen ahora los trabajadores de perfil medio bajo en la compañía. Aunque con una salvedad y, es que, por suerte o por desgracia parecen estar más acostumbrados. Los empleados de las firmas de telecomunicaciones, como los de banca u otros sectores en plena transformación, se han acostumbrado a vivir casi a día a día. Así, la respuesta de los gigantes telcos ante la agresiva competencia de las firmas lowcost, que han forzado los márgenes y los ingresos a la baja de estos gigantes, ha sido la de cuadrar las cuentas por la vía de los costes.
En otras palabras: a través de reducir continuamente la plantilla. Aunque también a través de fuertes contenciones salariales. De hecho, en el caso de Orange la segunda formula se impuso a la primera durante muchos años. Aunque al final en 2021 terminó por claudicar anunciando su primer ERE en mucho tiempo. Pero otras, como Vodafone, directamente han encadenado los planes de salida, lo que ha reducido casi a la mitad su fuerza laboral con el paso de los años. Ahora, ese efecto puede ser todavía más visible en Orange por dos razones: la transformación que debe implementar Heydemann y la amenaza de las fusiones.
De hecho, tanto el uno como el otro podrían terminar por englobarse en uno solo. Así, las palancas que usará Orange, según los analistas, para impulsar sus cifras de negocio se resumen en tres: la televisión, la banda ancha y la subida de los precios de las tarifas móviles. Aunque esa lógica no sirve por igual para todo el grupo, dado que su cuota de mercado es diferente. Por ejemplo, para el caso Francia sí es una gran posibilidad, pero hacerlo en España es mucho más complicado.
ORANGE EN ESPAÑA Y LA NECESIDAD DE UNA FUSIÓN
Empecemos por el país galo. En cuanto a la primera, Orange se ha convertido en la llave de acceso para que los franceses puedan acceder a sus televisiones. De hecho, dos de cada tres ciudadanos utilizan el decodificador de la operadora para sintonizar sus programas. Además, esa fortaleza está al alza no a la baja como ocurre también con su posición en banda ancha. La compañía naranja registró un rápido crecimiento en el número de clientes pese a la pandemia, pasando de 4,5 millones de abonados a 6 millones en 2021. Por último, el low cost en el mercado galo no es tan agresivo como en otras regiones, sino que las tarifas móviles llevan creciendo desde 2017.
Pero cuando se compara esa posición dominante con la que posee Orange en España, se comprende la necesidad una consolidación. En televisión, la firma cerró el tercer trimestre de 2021 con 716.000 abonados, prácticamente la misma cifra que tenía a finales de 2018. El número total de usuarios de banda ancha ha caído desde el 2018, al pasar de 4,2 a 3,6 millones. Por último, la evolución de las tarifas móvil en España no presenta, ni mucho menos, el crecimiento que se atisba en el mercado francés. De hecho, en 2021 apenas mejoraron en dos euros las no ligadas al fútbol.
Todo ello, se traduce en una continua caída de los ingresos año a año. Y una de las pocas soluciones es la de participar en un movimiento corporativo. De hecho, las últimas informaciones es que Orange ya habría iniciado los contactos para llevarla a cabo. Principalmente, el nombre que aparece es el de MásMóvil, con la que tiene acuerdos importantes, por ejemplo, en materia de cobertura de red, y que adquirió a la deseada por el grupo francés Euskaltel. Pero no hay nada seguro, ya que el tema regulatorio, por ejemplo, sería un infierno. Al final, lo más sensato parece buscar alternativas (tanto los empleados como la propia compañía), eso por suerte parece que ya se está haciendo activamente.