Puede que Donovan Carrillo estuviera en Pekín, pero su imagen estaba en todo México el martes por la mañana.
Allí estaba sonriendo mientras se arrodillaba sobre el hielo en una foto a toda página tras el titular ¡Mágico! del diario Reforma de Ciudad de México. “Su sueño se hace realidad” titulaba El Norte, el principal periódico de Monterrey, junto a una foto de un sonriente Carrillo deslizándose por el hielo. “Hace historia” decía el tabloide Esto, bajo una foto de portada que preguntaba -¿qué más? – y mostraba a un sonriente Carrillo, haciendo equilibrio sobre un patín en el hielo de los Juegos Olímpicos de Invierno.
Los medios de comunicación mexicanos no han presentado tanto hielo desde que “Frozen” de Disney se estrenó en el país hace casi una década. Pero cuando eres un personaje sin grandes oportunidades en un escenario global, el mundo entero te aclama.
Y pocos atletas de invierno llegaron a Pekín con tan pocas posibilidades como Carrillo, de 22 años, quien hizo historia el lunes al convertirse en el primer patinador masculino latinoamericano en avanzar al patinaje libre en unos Juegos Olímpicos.
Su madre, Diana Isela Suazo, tuvo que verlo desde su casa en Guadalajara debido a los estrictos protocolos chinos de COVID-19. De hecho, ni siquiera tuvo el día libre en el trabajo.
Pero lo celebró con el mismo orgullo.
“Estoy agradecida por la respuesta positiva y el cariño que ha recibido el trabajo de Donovan y Goyo”, dijo, incluyendo al entrenador de su hijo, Gregorio Núñez. “Esto es la culminación de una vida de esfuerzo y sacrificio mutuo que por fin está dando sus frutos”.
Este es el último capítulo de una historia quijotesca, en la que hubo muchos más obstáculos que éxitos.
Cuando Carrillo tenía 13 años, la única pista de patinaje de Guadalajara cerró, lo que le obligó a dejar a su familia y seguir a su entrenador a la ciudad de León, en el centro de México, donde se entrenaba en una pista de tamaño insuficiente en un centro comercial, compartiendo el hielo con niños pequeños que se tambaleaban sobre patines alquilados y adolescentes enamorados.
En un país que no ha enviado un patinador a los Juegos Olímpicos en tres décadas, no hay tradición de participación en este deporte. Así que el equipo, el financiamiento e incluso la comprensión eran difíciles de conseguir.
“La gente no creía en mí ni en mi deporte”, dijo Carrillo. “La gente se reía de mí”.
Ahora todo el país lo celebra con él, después de que su puesto en el lugar 19 en el patinaje corto del lunes le clasificara para el programa largo del miércoles, logrando el humilde objetivo que Núñez había marcado para su patinador al llegar a los Juegos.
“Es increíble para nosotros”, dijo el delantero del Galaxy Javier ‘Chicharito’ Hernández, otro nativo de Guadalajara y máximo goleador de la historia de México, que estaba entre los que animaban a Carrillo. “Eso es lo bonito, que mucha gente en México pruebe nuevos deportes y pruebe nuevas y diferentes pasiones. Siempre va a haber una primera vez.
“Es increíble que ponga a nuestro país en lo más alto”, agregó.
Isadora Williams, que creció en Virginia pero compitió por Brasil, es la única otra atleta que representa a América Latina en llegar a la final de una competencia olímpica de patinaje artístico, terminando última entre 24 competidoras en 2018. Así que, si Carrillo vence a un solo competidor el miércoles, hará más historia.
Y si el mundo pensó que la primera actuación de Carrillo fue alegre e inspirada, espere a ver lo que viene después.
Carrillo patinó con dos canciones del artista mexicoamericano Carlos Santana en el programa corto, pero ha ampliado su lista de canciones para el programa largo de cuatro minutos.
“Es algo latinoamericano”, dijo Carrillo. “Mi objetivo es compartir mi deporte con todos. Por supuesto, con mi país, México, pero al mismo tiempo quería compartir mi patinaje con todos los latinoamericanos porque somos muy apasionados. Y creo que tenemos talento y somos muy trabajadores”.
El resultado es una banda sonora ecléctica y optimista: el tema en inglés “Perhaps, Perhaps, Perhaps”, con el cantante mexicano Carlos Rivera; el clásico de 1954 de Dean Martin “Sway”; y dos canciones con cantantes puertorriqueños, “María” de Ricky Martin y “Bailar”, con Elvis Crespo y el DJ mexicano Deorro.
“En algún momento, podríamos desarrollar más atletas y más jóvenes patinadores de América Latina”, dijo Carrillo. “Esta es una buena manera de motivarlos y mostrarles el deporte”.
En cuanto a su propia experiencia olímpica, puede que se produjera en un estadio vacío con su familia viéndolo por televisión desde 7.500 millas de distancia, pero al final hizo que su país prestara atención a un deporte que no sabía que le importaba.
“No quería que terminara”, dijo Carrillo sobre su programa corto. “Deseaba seguir patinando y viviendo el sueño olímpico. Para mí estar clasificado en el patinaje libre, es como un sueño hecho realidad”.