El bajista de Mötley Crüe cuenta la historia de su juventud en un tercer nuevo libro titulado ‘The First 21. Sixx’ y su banda definieron el rock de finales del siglo XX: excesivo y explícito. Treinta años después de haber hecho historia junto a la banda más peligrosa del mundo, Sixx se fue de Los Ángeles para criar a su hija de 2 años y escribir la nueva y emocionante obra, y en este episodio cuenta cuáles son las razones para abandonar la “ciudad del oropel”, habla de streaming, de Dr. Feelgood, de su banda favorita, Aerosmith, de su pasión por el fútbol americano y de la venta del catálogo de Mötley Crüe a BMG.
¿Por qué nace la idea de hacer este nuevo libro?
The First 21 empieza a escribirse luego de mudarme de Los Ángeles a una pequeña ciudad de 9.000 personas en Wyoming. Nos mudamos a la cima de una montaña. Tengo una hija de 2 años, y eso me hizo empezar a reflexionar sobre mi propia crianza en Idaho, que queda justo en la frontera de esta montaña donde vivimos actualmente. Recordé cuando a los 17 me monté en un bus a Los Ángeles con la horrible idea de volverme una estrella de rock. Una idea que, en efecto, sucedió: Mötley Crüe, la vida del rockstar, todo enorme. Pero cuando volví a una ciudad pequeña, empecé a recordar lo que sucedió antes: mis amigos, las tonterías que hacíamos de niños, la adolescencia, el descubrimiento de nueva música. Es un cuento bastante inocente.
¿Qué lo motivó a irse de Los Ángeles?
Hace como tres años estaba hablando con unos amigos y me contaron que iban a una tienda a comprar maletines escolares a prueba de balas. Varios tiroteos escolares habían sucedido en nuestro vecindario, y sentí que Los Ángeles había perdido su oomph, su magia, el glamur del sueño americano. Cuando ibas a Hollywood, California, fueras Marilyn Monroe, Axl Rose o Brad Pitt, podías lograrlo. Pero Hollywood también es conocido como ‘el bulevar de los sueños rotos’. Todo eso hacía parte de la magia. Pero la idea de que mi hija tuviera que pasar en cualquier momento por una experiencia como un tiroteo en el colegio me hizo pensar ‘esto jamás va a suceder’. Verla crecer en un ambiente saludable, rodeado de nieve, venados, alces, y asistiendo a clases con 9 compañeros de clase me da la tranquilidad de que no se criará en el ambiente de una gran ciudad.
(Además: Llega ‘Pam & Tommy’, la miniserie del video erótico de Pamela Anderson).
Menciona usted las fortalezas de criar a su hija en el campo. ¿Y las debilidades?
En realidad ninguna. La única sería poder moverse para tocar en Colombia o en Francia. Pero puedo regresar al pueblo, donde a nadie le importa quién es Nikki Sixx. Nos encanta. Y estoy muy contento porque me estimula la creatividad. Ya estoy trabajando en tres libros más, incluyendo un libro para niños con mi esposa, y montando una empresa de animación.
¿Le enseña a su hija a escuchar música?
Hace poco estuvimos de vacaciones en el Caribe. Yo estaba escuchando dos discos: el ‘Exile On Main St.’ de los Stones y ‘Toys In The Attic’ de Aerosmith. Yo me levantaba temprano, me servía una taza grande de café y me sentaba con ella en la piscina a mostrarle los discos completos. Ella quizá no lo sabe, pero de alguna manera estoy ‘programándola’ para que escuche discos completos, como solíamos hacerlo nosotros. Porque los artistas seguimos haciendo discos enteros, y es bueno que la gente joven los escuche como tal.
¿Por qué le dio por hacer un libro animado para niños?
Porque siento que la administración de Trump fue horrible para nuestro país, en el sentido de que les enseñó división a los niños. Les enseñó a escoger esquinas de batalla. Y ser niño no es sobre eso. El libro es sobre inclusión en todo el sentido de la palabra, incluyendo lo artístico: queremos que sea un libro que tenga animación y canciones. Todo eso nos ha sucedido porque nos mudamos a Wyoming.
Usted es un prolífico escritor. ¿Cómo hace para mantener la disciplina de escribir libros?
Usted ha escrito libros, entonces sabe muy bien que, primero que todo, requiere tiempo. Y que, además, tiene que dedicarle espacios en los que la vida normal está transcurriendo. Entonces hay que ser paciente pero diligente. Yo a veces he sido paciente, pero no diligente… y me demoro un par de años para sacar un nuevo libro. Pero hoy en día dedico una hora a escribir, todos los días.
¿Es más difícil escribir libros que escribir una canción como Dr. Feelgood?
Nadie sabía que comencé a ponerme ese maquillaje porque amo el fútbol, la energía, la explosión, el contacto. Y esa energía y agresividad se traducía en el ‘rock and roll’
Es mucho más fácil. Una canción como Dr. Feelgood’ tiene mucha información. En un libro puedo extenderme, explorar, editar, cortar. Hago mucha corriente de conciencia para escribir canciones, y por lo general saco el 50 por ciento de lo que escribo. Eso me ha servido como autor. (Reflexiona y continúa): es increíble que haya pasado de tocar el bajo en Mötley Crüe a ser un escritor de cuatro best sellers, y que en vez de preguntarme hoy en día cuándo sale el nuevo disco, me pregunten cuándo sale el nuevo libro. De pronto voy a dejar un legado literario más importante que el musical, y cuando me entierren en la nieve en unos veinte años tenga 10, 11 libros. Ese sería un legado bonito para dejar, junto a Mötley Crüe y a 6 AM. Estoy muy contento.
Hablando del legado, ustedes (Mötley Crüe) vendieron su catálogo de canciones a BMG por 150 millones de dólares. ¿Puede hablarme de eso?
Para la banda es un gran momento. Nadie creía en nosotros cuando salimos. Nadie nos contrataba. No cuadrábamos en ninguna parte. No cuadrábamos ni en el new wave ni en el punk, éramos una versión extrema de todas esas corrientes. Como no nos contrataron, montamos nuestro propio sello discográfico. Muchas bandas estaban haciéndolo, montar sellos, armando estrategias de mercadeo de guerrilla para salir adelante. Y así grabamos Too Fast For Love en nuestro propio sello, pero terminamos vendiéndoselo a Elektra Records. Sin embargo, ser dueños de nuestra música era muy importante para nosotros, así que las grabaciones originales regresaron a sus dueños originales hace veinte años, al sello que habíamos formado. Eso nos permitió seguir cultivando ese catálogo, e incluso en plataformas de streaming la popularidad de Mötley Crüe siguió creciendo. Lo que tenemos ahora es la plenitud de ese negocio: la propiedad del ciento por ciento de nuestros derechos musicales. Y continuaremos trabajando esas canciones, pero firmamos con BMG y vendimos nuestra casa discográfica. Me emociona mucho porque, para serle muy honesto, es un gran trato, una sociedad fantástica con BMG. Cuando uno es dueño de algo, cuando no es el banco, ni la compañía de discos son los dueños, es bastante bueno tener sesenta años y poder encontrar entre los cuatro al socio correcto para mover la música hacia adelante y eternamente… y fue un p…to negocio muy sabroso también (risas). Piense en lo que nos pagaron y en que al principio nadie nos quería contratar. Es una gran manera de decir F… You, guys.
(Le puede interesar: El concierto de los Beatles en la azotea llegará a los cines Imax del país).
La movida de vender el catálogo no deja de ser brillante en el sentido de que cuando comenzaron, todo el mundo quería firmar esos contratos discográficos y fue difícil para muchas bandas quedarse con su propiedad intelectual…
Sí, aunque ahora se está adquiriendo mucho catálogo. Bob Dylan, por ejemplo, acaba de venderlo todo. Si usted hace un negocio con un sello discográfico, muy probablemente va a obtener regalías y ganancias a largo plazo, pero el pedazo que le quitan a usted es bien grande. Ahora, debo aclarar que nosotros estuvimos en un gran sello discográfico, y se iban a quedar con el 95 por ciento. Muy probablemente también habrían vendido todo el catálogo, si hubiéramos aceptado ese trato, y seguramente nos habrían seguido pagando lo que nos tocaba. Pero como somos dueños del catálogo, tenemos cómo quedarnos con todo. Es una gran pregunta, gracias por hacerla.
Hablando de streaming, ¿cómo siente al consumidor de música de hoy en día frente a grandes catálogos como el de Mötley Crüe, que tenían increíbles portadas y se oían de principio a fin?
Tuve mucha suerte de trabajar en tres tiendas de discos. Llegaba temprano en la mañana y ponía Generation X y luego Miles Davis, y luego AC/DC, jazz, punk, pop, heavy metal, todo tipo de descubrimientos. Fue increíble para mi cerebro. Ahora que existe el streaming, puedo oír música de los años 40, jazz, heavy metal y mucho más. La desconexión para mí va por dos lados: uno, estoy escuchando solamente canciones. Pero cuando uno escuchaba un disco de Black Sabbath, no escuchaba solamente una canción. Uno oía todo el álbum, el cuerpo completo de un artista. Ahora estamos oyendo sencillos, como en los cincuenta. El consumidor tiene que ser proactivo, no solo oír una canción de Greta Van Fleet, sino todo el álbum. El oyente debería escuchar. Y la otra cosa, el tema físico de tener un disco, de saber qué hay en los créditos. En el streaming, la imagen y los créditos son del tamaño de la uña de un dedo. No quiero sonar como un viejito gruñón, pero me gustaría que los oyentes fueran más proactivos para escuchar música.
(Le recomendamos: ¿Busca qué ver? Prográmese en febrero con esta gran apuesta de series).
Óigame, yo no sabía que usted se maquillaba y se ponía dos líneas negras debajo de los ojos por su amor al fútbol americano…
(Risas) Así es. Me crie fascinado con el fútbol. Veía fútbol con mi abuelo todos los domingos y en el colegio empecé a jugar. Pero me enamoré de la música y empecé a pensar qué voy a hacer, ¿fútbol o tocar heavy metal? Y una vez estábamos promoviendo Too Fast For Love en 1982, vendiendo más o menos 3.000 boletas por noche. Estaba a punto de subirme a tarima y me puse esas dos franjas en los ojos… y lo mejor de la historia es que mi banda favorita del mundo, Aerosmith, andaba de marcha por los bares de Hollywood y tocando algunos shows, y Joe Perry fue a vernos. Y estando en camerinos, Perry voltea a mirarme el maquillaje, y con su característica seriedad, me dice: “Eso se ve muy bien”. Y se volvió una marca. Lo mejor es que nadie sabía que comencé a ponerme ese maquillaje porque amo el fútbol, la energía, la explosión, el contacto del deporte. Y esa energía y agresividad se traducía en el rock and roll. Esa siempre será mi marca personal. Y nunca habrá una banda que se maquille las mejillas sin que les digan: “Eso es Nikki Sixx”.
ALEJANDRO MARÍN
PARA EL TIEMPO
Más noticias A Fondo
Un viaje por la obra del maestro Fernando Botero en carteles