Con 25 años de edad, Isabel II empezó un reinado que hoy cumple siete décadas y es el más largo que un monarca británico ha logrado en el Reino Unido. Durante estos setenta años en el trono, la reina ha sido protagonista y testigo de acontecimientos que han marcado la historia de su país y del mundo. Desde el impacto mediático de su coronación hasta la muerte de su esposo, el príncipe Felipe de Edimburgo, tras 74 años de matrimonio, pasando por las guerras en las Malvinas, Irak y Afganistán, la muerte de Diana de Gales o el Brexit, su reinado ha estado lleno de momentos de gran transcendencia tanto personal como social y política.
Para la reina esta fecha representa un doble recuerdo: la muerte de su padre, el rey Jorge VI, en 1952, y su ascenso al trono; aunque las celebraciones oficiales, con festejos en la calle o la tradicional misa en Londres, tendrán lugar entre el 2 y el 5 de junio.
“A pesar de los varios escándalos que han afectado a su familia durante los años, siendo el último las acusaciones contra el príncipe Andrés por abuso sexual, la reina Isabel ha logrado sostener la monarquía gracias, en gran medida, a sus altos niveles de aprobación y admiración entre los británicos”, dice Rhys Davies, académico británico y coordinador del Departamento de Inglés Cocisoh en la Universidad San Francisco de Quito.
Davies menciona que la gente en Gran Bretaña, al menos la mayoría, le tiene especial respeto y cariño a la monarca debido a un hábil manejo de su papel y de su pulso para poner el deber por sobre asuntos personales.
“La reina, con su ejemplo de dedicación y servicio al país, representa valores a los cuales los británicos dan mucha importancia: la continuidad, la unidad nacional, la cautela y la estabilidad política. Y sospecho que debido al liderazgo de la reina Isabel durante casi 70 años es que la monarquía sigue siendo popular para la gran mayoría en el Reino Unido”, apunta.
La reina, madre de cuatro hijos —Carlos, Ana, Andrés y Eduardo—, con ocho nietos y doce bisnietos, ha visto pasar a catorce primeros ministros británicos —desde Winston Churchill hasta Boris Johnson— y ha conocido a doce presidentes estadounidenses de los últimos trece que ha tenido el país.
Óscar Recio Morales, historiador, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid y experto en la corona británica, comenta que Isabel II ha vivido momentos cruciales en su largo reinado, que se pueden clasificar en profesionales (su labor como monarca) y personales.
“Isabel II subió al trono en 1952, con poca o nula experiencia política, y tuvo que confrontarse con personajes de la talla de Winston Churchill o Margaret Thatcher. (…) Ha seguido al pie de la letra su posición constitucional en el Reino. Esta posición de neutralidad es muy importante en una de las monarquías parlamentarias más antiguas del mundo”, dice.
Y desde el punto de vista personal, “la reciente muerte de su esposo, Felipe, ha sido un gran golpe afectivo, mucho más que los escándalos amplificados por la prensa amarilla”. “La reina sirvió de joven en la Segunda Guerra Mundial y el palacio de Buckingham fue bombardeado en más de siete ocasiones por la aviación alemana, con los padres de Isabel dentro. Su hijo Carlos, príncipe de Gales, nació en 1948, cuando todavía los alimentos estaban racionados en Gran Bretaña, y la mantequilla, el aceite, la carne, el azúcar, la margarina y los huevos solo se podían comprar con las cartillas de racionamiento”, así que dice que se debe imaginar que la reina ha visto casi todo, y que sus momentos más importantes son muchos y muy distintos.
Su papel y su familia no han estado exentos de la polémica y de la crítica. Por ejemplo, las finanzas de la casa real son un tema que causa controversia, ya que, por ley, no pueden ser auditadas ni están a disposición del público. Y aunque la reina no está obligada a pagar impuestos, lo hace voluntariamente desde 1993 por sus ingresos privados.
Sin embargo, la simpatía de los británicos por la reina sigue siendo muy alta. Su presencia y longevidad al frente del Reino Unido han contribuido a alejar las inclinaciones republicanas.
Recio menciona otro punto de la corona: es una máquina de generar dinero para el contribuyente británico. En 2017 una consultora externa calculó que el valor de la monarquía ascendía a más de 67.000 millones de libras esterlinas; ahí se incluyen los 25.000 millones de libras que suman los palacios reales y las joyas de la corona. El resto (42.000 millones) sería el valor “intangible” de la monarquía. En ese año, la monarquía costó a los contribuyentes británicos casi 5 libras esterlinas al año a cada uno, pero la corona generó al Estado 1.766 millones de libras en ingresos directos, es decir, un superávit para los contribuyentes de 1.474 millones de libras. Aquí se incluyen, por ejemplo, los 50 millones de libras generados por la industria de los medios de comunicación y del cine que tienen a la familia real como protagonista, o los más de 500 millones de libras generados por el turismo que la institución es capaz de atraer al Reino Unido desde todo el mundo. “Recordemos que los británicos son muy pragmáticos: la monarquía existe en Gran Bretaña porque es útil”.
La reina, que también ostenta el título de Defensora de la Fe, que la inscribe como cabeza de la Iglesia anglicana, desde el día de su coronación, es a la vez la jefa de Estado de 16 países de la Commonwealth, pero a título nominal.
Lo mismo ocurre en Reino Unido, donde es la máxima autoridad, aunque con poderes también nominales que los ejerce a través del Gobierno y sus ministros, sujetos a las leyes de las dos cámaras del Parlamento, ya que el país no tiene una constitución codificada. Sus funciones se limitan a investir honores, disolver el Parlamento y nombrar al primer ministro.
No obstante, la soberana igual se interesa por los asuntos políticos. Todos sus primeros ministros han elogiado su preparación y dominio de las cuestiones políticas, tanto nacionales como internacionales, así como la agudeza de sus observaciones.
Es también la jefa de Estado que más países ha visitado. Ha recorrido más de un millón de millas (1,6 millones de kilómetros) en viajes oficiales y ha visitado 106 de los 194 países de las Naciones Unidas.
No obstante, con una salud más débil por su avanzada edad, la reina ha reducido sus compromisos públicos desde finales de 2021. Y un futuro sin ella causa preocupación.
Davies indica que el príncipe Carlos no es tan popular ni querido por los británicos como su madre. “Es una figura divisoria y polémica, quien, considero yo, sería incapaz de mantener la imparcialidad y la neutralidad en temas políticos como lo ha hecho su madre. Muchos analistas de la realeza británica opinan también que Carlos es demasiado anticuado en su manera de ser para liderar el proceso de modernización que la monarquía debe enfrentar en las próximas décadas. El príncipe Carlos, y luego Guillermo, tendrán que hacer muchos méritos en sus reinados para mantener la relevancia del papel de la monarquía y, así, garantizar su continuidad. Creo que esta institución perdurará después de la muerte de Isabel II, pero la amenaza de un referéndum sobre el futuro de la monarquía, en algún punto, no puede descartarse completamente”.
Mientras que Recio ve un problema si él llega al trono: “A lo largo de los años, Carlos ha dado su opinión sobre algunos asuntos que han suscitado una gran polémica. Como es sabido, lleva años escribiendo cartas a miembros del Gobierno y del Parlamento conocidas como ‘los apuntes de la araña negra’ (the black spider memos). En ellas ha escrito sobre problemas medioambientales o incluso sobre el pobre equipamiento de los soldados británicos en Irak”.
Asuntos familiares
Además de la muerte de su marido, Isabel II ha tenido que lidiar con nuevas dificultades familiares, este vez centradas en su hijo Andrés, duque de York, y en su nieto Enrique de Inglaterra.
El alcance de las acusaciones de agresión sexual contra el príncipe Andrés, presentadas por la estadounidense Virginia Giuffe, que asegura que abusó de ella cuando tenía 17 años, ha obligado a la reina a retirarle a su hijo títulos militares honoríficos, así como el trato de “alteza real”.
Tras consultar con su hijo mayor y heredero, el príncipe Carlos, y su nieto el príncipe Guillermo, según los medios, la reina optó por apartar al príncipe Andrés, cuya amistad con el empresario Jeffrey Epstein, procesado por abuso de menores, ha tenido un impacto en la familia real británica.
Al margen del duque de York, la reina afronta aún las consecuencias de la salida de los duques de Sussex, Enrique y Meghan, de la casa real, después de las acusaciones de racismo que hizo en 2021 la duquesa contra la familia real y la acción judicial que ha emprendido el duque en relación con su seguridad.
Enrique, que vive en EE. UU., ha acudido a la Justicia porque, en virtud de los acuerdos alcanzados con su familia al retirarse de la casa real en 2020, no puede pagar a la Policía por la seguridad de su familia, como él quiere, cuando está en el Reino Unido.
Además, en este año del Jubileo de Platino, Enrique tiene previsto publicar sus memorias, en las que se espera que vuelva a criticar a su familia, como lo ha hecho en otras ocasiones.
Récord entre los monarcas en ejercicio
Los 70 años de reinado de Isabel II de Inglaterra constituyen un récord entre todos los monarcas en ejercicio, y solo son superados en la historia contemporánea por el rey de Tailandia, Bhumibol Adulyadej, que reinó 70 años y cuatro meses.
El 9 de septiembre de 2015 batió el récord de longevidad en el trono de Inglaterra hasta entonces poseído por su tatarabuela, la reina Victoria, que reinó de 1837 a 1901.
Tiene 95 años y es la gobernante de más edad en ejercicio.
Los viajes de la reina
Siglos después de que el rey español Felipe II mandase contra Inglaterra a su Armada Invencible, la soberana británica realizó entre el 17 y el 24 de octubre de 1988 el primer viaje oficial a España de un soberano británico. Además de esta histórica visita, Isabel II fue la primera monarca de su país en hablar ante el Congreso de los Estados Unidos en 1991.
Otro viaje cargado de simbolismo fue el que en 2011 la llevó a la República de Irlanda, visita que fue correspondida en 2014 por el presidente irlandés, la primera de un jefe de Estado de Irlanda desde la independencia de este país.
1992: Annus horribilis
Mientras España celebraba los Juegos Olímpicos y la Exposición Universal de Sevilla, la reina calificaba 1992 como su annus horribilis, un año en el que los infortunios para su familia parecían no tener fin y habían llenado páginas y páginas en la prensa.
Primero fue la separación de sus hijos Carlos y Andrés y el divorcio de su hija Ana. Solo unos días antes se había declarado un incendio que había causado daños considerables en el castillo de Windsor. Los fantasmas del pasado reaparecieron en 2021 con la salida de su nieto Enrique y su esposa Meghan Markle de la casa real y en 2022 con la retirada de los cargos militares al príncipe Andrés por su relación con un escándalo sexual.
Popularidad a la baja: la muerte de Lady Di
La muerte de Diana de Gales el 31 de agosto de 1997 en París ha sido uno de los momentos más delicados del reinado de Isabel II; tanto, que incluso se habló de su posible abdicación. La antigua princesa de Gales había rehecho su vida tras su divorcio en 1996 de Carlos de Inglaterra. La falta de sensibilidad, distancia y frialdad con que la casa real trató la muerte tuvo como respuesta la emoción de un pueblo, entregado a una princesa a la que consideraban suya.
Ante las críticas recibidas, Isabel II apareció en televisión el 5 de septiembre para expresar su dolor y compartió el duelo con las personas que en el exterior de Buckingham Palace depositaban flores en honor de Diana. Además ordenó que el estandarte con las armas de su familia ondease a media asta.
Escocia recupera su Parlamento
El 1 de julio de 1999, la reina Isabel II celebró oficialmente la inauguración del Parlamento de Escocia. Un hecho histórico que se producía casi trescientos años después de que en 1707 se unieron los Parlamentos inglés y escocés, lo que dio lugar al Reino Unido.
Las aspiraciones independentistas de parte de los escoceses se esfumaron temporalmente con el rechazo de la opción separatista en el referéndum celebrado el 18 de septiembre de 2015. Una derrota que no ha minado las aspiraciones por la independencia, que han crecido con el Brexit.
De las Malvinas a Afganistán: dos príncipes en la guerra
El príncipe Enrique, nieto de Isabel II y segundo hijo de Carlos y Diana, luchó en 2008 contra los talibanes en Afganistán como subteniente del regimiento Household Cavalry. Era el segundo de los descendientes de la reina que participaba activamente en un conflicto bélico después de que lo hizo su tío el príncipe Andrés en la guerra de las Malvinas en 1982. Enrique de Inglaterra regresó en 2012 a Afganistán para combatir a los talibanes como piloto de helicópteros de combate.
La entrada más espectacular en Juegos Olímpicos
Los Juegos Olímpicos celebrados en Londres en 2012 se abrieron con una sorpresa. La reina acompañada de su espía más icónico llegaba al estadio en un helicóptero del que se lanzaba en paracaídas junto al agente 007.
Evidentemente, la cosa tenía truco, pero no se puede negar la originalidad de mezclar en la misma escena a dos de los símbolos más distintivos de la cultura popular británica. Una entrada de altos vuelos que mostraba que a sus 86 años la reina estaba en plena forma física y con el sentido del humor intacto.
Los problemas del Brexit
El 23 de junio de 2016 los británicos decidieron abandonar las instituciones europeas. Aunque la reina Isabel II no ha tenido ningún papel en la aplicación del Brexit, los problemas para llegar a un acuerdo en el Parlamento alcanzaron a la soberana.
El 28 de agosto de 2019 el primer ministro Boris Johnson solicitó a Isabel II que suspendiera el Parlamento para dificultar las maniobras de los diputados partidarios de la Unión Europea. Un cierre temporal, ya que en septiembre el Tribunal Supremo reactivó el Parlamento y calificó la maniobra de Johnson de “ilegal, nula y sin efecto”. (I)