Hace cerca de 16 años, en mayo de 2006 para ser exactos, saltó a la fama. Todo mundo aplaudía su enorme vis cómica, su simpatía natural, y por supuesto el nombre de su personaje: el Chakas, que tuvo tanta aceptación que lo ha vuelto a interpretar en múltiples ocasiones.
Se trata de Rogelio Suárez, quien a lo largo de estos más de tres lustros ha demostrado que a su gracia y encanto naturales les ha sumado preparación, esfuerzo, dedicación, y por supuesto talento, lo que le ha permitido abordar y bordar diversos personajes.
Prueba contundente de ello es su trabajo actual en Torch song, en la que Rogelio da un salto cuántico, abismal, enorme, en su carrera actoral.
Escrita y estrenada en 1982 por Harvey Fierstein, como autor, actor y director, esta obra cuenta la vida de Arnold, un hombre gay que trabaja como drag queen, y que lucha porque se le respete su forma de vida.
Madre, hijo adoptivo, pareja, un exnovio, son las personas con las que Arnold convive y ante quienes debe defender sus creencias, sus aspiraciones, sus anhelos.
La acción sucede a finales de los años 70, en Nueva York, pero al ver las vivencias a las que se enfrenta el protagonista queda claro que se trata de una situación que bien puede ocurrir en la actualidad en casi cualquier punto del planeta.
En México la obra se presentó por primera vez en 1986, protagonizada por Tito Vasconcelos, en una puesta en escena que todos recordamos muy larga. La versión que ahora llega nuevamente a nuestro país es la que reescribió Fierstein en 2017, condensada y mucho más ágil que el original.
Además, esa agilidad se debe a varios factores: antes que nada a la muy atinada dirección del joven director Alejandro Villalobos, quien tiene aquí un muy brillante debut; después a una escenografía verdaderamente práctica, también de Villalobos, quien muestra así sus antecedentes como director de arte en los ámbitos publicitarios.
A ello hay que añadir, por supuesto, las actuaciones, ligeras, fluidas, sin impostaciones de, antes que nadie, Rogelio, quien realmente ofrece un trabajo maduro, profundo, bien fundamentado, y que, como ya lo dije antes, significa un paso, un salto, enorme en su carrera.
Mariano Aguirre, Gilberto Esparza, José Peralta y Ginette Zavala completan el elenco juvenil de este montaje. Su entusiasmo en escena es evidente, y por fortuna, sus muchas ganas se apoyan en preparación y talento.
Finalmente, también participa en este montaje Anahí Allué, a quien habitualmente hemos visto en musicales, de los cuales ha transitado al teatro de texto con buena fortuna. En esta ocasión da vida al papel de la madre de Arnold.
Felicidades a toda la compañía de Torch song, una obra que sigue tan vigente como hace cuatro décadas cuando se estrenó; y espacialmente ovación de pie para Rogelio Suárez, qué gusto haber sido testigo del enorme avance artístico que ha venido consolidando.